INTRODUCCIÓN
Entre los muchos factores que influyen en el campo de batalla hay uno que se presenta inevitablemente: la llegada de la noche. La noche ha supuesto normalmente la interrupción del combate. Por supuesto que se ha aprovechado para otros fines relacionados con el mismo, como: descanso, movimiento, relevos o incluso combate, pero casi siempre a nivel de patrullas o de pequeñas unidades empleadas con misiones muy específicas: detección, reconocimiento, etc. En cuanto al combate convencional, se utiliza la noche para conseguir la sorpresa, ocultándose en la oscuridad, en acciones ofensivas o defensivas...
La acción nocturna es menos costosa que la realizada durante el día, pero mucho más compleja de planear y difícil de ejecutar.
Solamente hay un 15% de horas de noche, atendiendo al calendario lunar, que permiten actividades militares, con procedimientos disminuidos, pero similares a los diurnos; queda, por tanto, un 85% de horas en las cuales el Mando deberá optar por una u otra de las siguientes alternativas:
1- Tomar disposiciones (procedimientos y medios particulares para combatir)
2- Adoptar una actitud pasiva.
Si tenemos en cuenta que el segundo punto no es viable, ya que puede ocurrir que aunque por nuestra parte no haya voluntad de utilizar el medio nocturno activamente, puede que el enemigo sí esté dispuesto a hacerlo, posibilidad a tener en cuenta siempre, lo que nos obligará a prever el primer punto. Llegamos a la conclusión de la necesidad de preparar el combate en sus variedades convencional e irregular, tanto ofensivo como defensivo, dentro de una falta casi total de luz.
De todas maneras, la noche no es el único momento en que hay condiciones de visibilidad reducida. De día pueden darse condiciones análogas, debidas a fenómenos meteorológicos (lluvia, nieve, niebla), que además traen consigo efectos secundarios que agravan las condiciones tácticas (hielo, barro, mala propagación de las ondas radioeléctricas), o fenómenos artificiales, como las barreras de humo colocadas por nosotros o por el enemigo. Por otra parte, el deslumbramiento producido por una "explosión nuclear" podrá durar varios minutos de día e incluso horas de noche, siendo éste otro fenómeno a tener en cuenta.
Dadas las peculiaridades del combate nocturno, los procedimientos habrá que adaptarlos a ellas. Lo primero será una detallada instrucción diurna; sólo entonces se podrá afrontar este tipo de combate, aunque algunos aspectos sean comunes a ambos, y otros, especialmente teóricos, se puedan simultanear.
Cada Unidad, en función de su especialidad táctica, deberá insistir en el tipo de acciones en que posiblemente sea empleada. Una Unidad de carros deberá llevar una instrucción específica diferente a una de fusileros a pie o. mecanizada, aunque, en esencia, la mentalización de Cuadros y tropa sea básicamente la misma.
Las principales dificultades en la ejecución de un ataque nocturno son: el mando, el mantenimiento del enlace, la coordinación en tiempo y espacio y la orientación. La instrucción de las Unidades (U,s), así como los reconocimientos previos y la planificación y preparativos detallados que han de preceder a un ataque nocturno son condiciones indispensables para que dicha acción nocturna termine con éxito reduciendo las consecuencias adversas de las citadas dificultades.
Otros Reglamentos, Manuales y Orientaciones aportan alguna cosa nueva, en el sentido que consideran el carácter normal del combate nocturno, pero se limitan a enunciar principios de carácter general. Hasta el momento, ningún documento oficial ha recopilado todos los aspectos de este tipo de combate. .
Ciertamente, en el estado actual de equipamiento, muchas ayudas técnicas, casi indispensables o, al menos, muy útiles para el combate sin visibilidad, no están a disposición de las Unidades; por otra parte, es posible que estas ayudas técnicas se estropeen o sean neutralizadas por el enemigo. El combate de noche es principalmente una cuestión de instrucción, hábito y voluntad. Sólo en el caso de que los Cuadros sean plenamente conscientes de:
1- La gravedad de la amenaza que impone un enemigo preparado y dotado para este tipo de combate;
2- Las ventajas que ofrece la noche con o si ayudas;
3- La necesidad de una preparación de las tropas y de ellos mismos.
Las Unidades estarán en condiciones de explotar las posibilidades que ofrece la noche. Hemos de reconocer que en este aspecto queda mucho por hacer, y el primer paso será la concienciación de todos los Cuadros de Mando en la necesidad de plantearse de forma seria y urgente el problema tal y como es en la realidad, consiguiendo un grado de instrucción nocturna en paridad con la diurna.
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