jueves, 18 de agosto de 2016

Tácticas de Infantería nº27

DEMOLICIÓN RESERVADA

El repliegue, que no la retirada, es a veces necesario para que una fuerza pueda reorganizarse en un terreno más favorable antes de volver a la ofensiva. En particular, una fuerza de cobertura que opere por delante de una posición defensiva principal amiga, proporcionando un elemento de alerta avanzada e identificando los ejes de avance del enemigo, necesitará replegarse rápidamente detrás de dicha posición una vez haya concluido su trabajo. En estas situaciones, algunas características del terreno pueden ser críticas. Éstas son los puentes, pasillos por los campos de minas o cualquier otro cuello de botella que el comandante decida negar al enemigo hasta que no sea de utilidad para sus fines. 

Es el general quien se reserva a sí mismo la demolición de estos puntos y se asegurará que estén bien guardados y defendidos hasta que llegue el momento de volarlos. El ejemplo más evidente es el de un puente vital sobre un gran río que puede constituir un obstáculo de envergadura para las formaciones acorazadas. Por supuesto, si el enemigo consigue tomarlo, habrá echado a perder tu repliegue y acelerado su avance. 

El enemigo habrá realizado una cuidadosa valoración del terreno y elegido (y quizá reconocido) sus ejes maestros de avance. También es posible que haya llevado a cabo una estimación acertada de cuáles pueden ser nuestras rutas de repliegue y de los puntos por las que éstas cruzan por obstáculos. Fuerzas de exploración enemigas montadas en vehículos acorazados portapersonal (VAP) y carros pueden dirigirse directamente a ellos, seguidos de cerca por el escalón de vanguardia de la fuerza principal. Y no olvides que puede montar asaltos aeroportados o helitransportados para capturar un punto de cruce vital con la intención de retenerlo hasta que lleguen sus fuerzas. 

La última vez que el Ejército británico intentó hacer esto a gran escala fue en 1944 durante la operación de Arnhem, en la Segunda Guerra Mundial, en la que lanzó paracaidistas para capturar unos vitales puentes sobre el Rin por delante de sus fuerzas acorazadas. Desgraciadamente, todo salió mal: las fuerzas de tierra no consiguieron enlazar a tiempo y las defensas enemigas resultaron más potentes de lo esperado. 

Guardia de demolición 


Nuestra misión es asegurar que el enemigo no capture el objetivo a demoler antes de que haya sido volado. La guardia de demolición consistirá en al menos un grupo de compañías de infantería en el que habrá carros, misiles filoguiados contracarro y observadores de la artillería y los morteros, así como un vehículo de recuperación. También puede incluir sus propias armas de defensa aérea (misiles superficie-aire) incluso cuando hay cobertura de armas divisionales de mayor alcance. 

Si nos encontramos formando parte de una guardia de demolición, hemos de contar con que seremos objeto de bombardeos artilleros y de ataques de aviones de ala fija y helicópteros. Asimismo, podemos constituir para el enemigo un objetivo idóneo para un uso limitado de agentes químicos. Y por si todo esto no fuera suficiente, puede que el enemigo procure destruir puentes importantes por medio del sabotaje recurriendo a equipos de buceadores o unidades de operaciones especiales. Las demoliciones reservadas constituyen unos objetivos extraordinariamente atractivos y contra los que el enemigo empleará todos los medios que tenga a su alcance para destruirlos. Ya ves que los peligros que nos acechan no son pocos ni pequeños. 

Esta guarnición debe ser desplegada de manera que proporcione protección a la demolición desde todas direcciones y por todos los medios, incluida una defensa próxima constante contra el sabotaje por "refugiados" o buceadores de combate. El jefe de esta guarnición de demolición debe desplegar tropas avanzadas con el fin de cubrir los accesos al puente y dar alerta previa sobre cualquier intento de ataque. Esto puede suponer la necesidad de ocupar todos los terrenos altos que dominen la zona de interés. Habrá que desplegar todas las armas contracarro posibles muy por delante del objetivo defendido. Pero cuidado con colocar medios acorazados en la orilla opuesta de un obstáculo fluvial, pues podrían quedar atrapados: si el puente debe volarse rápidamente o si el enemigo consigue tomarlo, no resultará muy agradable ver cómo algunos de tus carros quedan aislados en la orilla equivocada del río; esto es particularmente importante para aquellos ejércitos en los que los vehículos con auténtica capacidad anfibia sin preparación no son los más abundantes. La infantería, al menos, puede escapar a bordo de botes de asalto si se ve en la necesidad de tener que retirarse a toda prisa. 

De noche o en condiciones de visibilidad reducida, quizá tengas que concentrar los efectivos humanos disponibles en la protección cercana del puente para evitar las infiltraciones. Pero siempre has de dejar parte de la guarnición equipada con dispositivos de vigilancia y alerta temprana en los terrenos altos vitales que dominan el objetivo para asegurarte de que el enemigo no esté en su posesión cuando mejore la visibilidad. 

También deberás disponer dispositivos de vigilancia en la otra orilla para darte cierta medida de aviso anticipado de la aproximación del enemigo. 

Preparado para la demolición 

El dispositivo defensivo ha de incluir un equipo de ingenieros especializados en demoliciones. Este debe disponer la demolición del objetivo y asegurarse de que se respetan los estados de alerta. El jefe de ese equipo de zapadores estará siempre junto al oficial que mande las defensas, que será quien decida cuándo hay que pulsar el botón para volar el objetivo. 

Antes de todo esto, el jefe de la guarnición debe saber cuánto tarda en pasarse del estado de alerta 1 (con los dispositivos en seguro) al estado de alerta 2 (dispositivos armados), y cuánto va a durar la demolición propiamente dicha. En el caso de un puente, el lapso de tiempo es virtualmente despreciable, pero si lo que se pretende es cerrar un pasillo por un campo de minas, hacer cráteres o minarlo puede requerir cierto tiempo. 

Uno de los aspectos más difíciles de guardar una demolición reservada es el control de todos los movimientos a pie y en vehículo a través del objetivo. En el transcurso de un repliegue de cierta envergadura, un puente vital puede soportar el paso de cientos de medios acorazados durante una noche: que un vehículo se quede detenido en mitad del puente puede tener consecuencias desastrosas. Para evitarlo, los cables de nuestro vehículo acorazado de recuperación habrán sido ten
didos previamente a lo largo de la calzada del puente con el fin de despejar rápidamente la interrupción. 

Uno de estos obstáculos susceptibles de demolición es también un válido punto de control que el oficial al mando puede aprovechar para verificar el movimiento de vehículos. Puede desplegar oficiales de enlace en el puente y, manteniéndose en contacto permanente con ellos, saber en todo momento el número de vehículos que deben cruzar por allí. Sólo así podrá tomar la decisión de esperar otro par de minutos antes de hacer saltar la estructura por los aires si, por ejemplo, está esperando que pasen los últimos rezagados —quizá una unidad de vehículos acorazados ligeros de exploración— antes de que lleguen al lugar los primeros elementos del enemigo. 

Transmisiones cruciales 

Uno de los aspectos más importantes en esta clase de operaciones es que existan unas buenas transmisiones por radio entre el jefe de la guarnición y el comandante responsable que ha autorizado la demolición. Este último es el "comandante autorizado", y sólo él puede dar permiso para proceder a la voladura. Las transmisiones deben estar duplicadas a través de las redes de radio de los ingenieros, la artillería y otras, incluso por la red telefónica civil. En la práctica, a medida que la batalla se encona, el comandante autorizado suele delegar la decisión de volar el puente al jefe de la guarnición, y si es posible, si las transmisiones han quedado interrumpidas y cabe la posibilidad de que el enemigo pueda tomar intacto el puente, este oficial actuará por iniciativa propia. Pero esto sólo debe considerarse en casos extremos; el oficial de guarnición que ordene la voladura del puente sin orden expresa del comandante autorizado sabe que después tendrá que responder de su decisión. El secreto está en mantenerse en contacto permanente con el comandante autorizado, pues ello ayuda a controlar mejor toda la situación. 

El mantenimiento y voladura de una demolición reservada exige un alto grado de sensatez. Puede convertirse en un asunto muy delicado que obligue a tomar decisiones bastante duras. Todos los hombres que formen la guarnición deben estar dispuestos a defender el lugar contra ataques por tierra y aire, sabotajes y asaltos paracaidistas y heliportados. Esta defensa requiere largos preparativos y trabajo duro. Incluso habrá que pensar en tender cables de acero entre los árboles como trampas contra los helicópteros. Cualquier cosa que pueda hacerse para impedir que el enemigo capture intacta una demolición reservada puede convertirse en un factor crucial para el plan de batalla de toda una división acorazada. 

ESQUEMA DE UNA DEMOLICIÓN RESERVADA 

Una demolición reservada, que puede ser desde un puente a un oasillo por un campo de minas, forma una ruta vital en el plan táctico, en el repliegue detrás de un obstáculo después de librar la batalla de cobertura. Es muy importante que las demoliciones estén defendidas y se realicen en el momento justo. La protección de estas obras suele recaer en los jefes de secciones de infantería. 


- Créditos de las fotos (por orden de aparición):

Jason Jones / 3rd Brigade Combat Team, 4th Infantry Division / USA

Juan F. Jimenez / 3rd Brigade Combat Team, 25th Infantry Division / USA

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