EL REPLIEGUE
Soldados kuwaitíes observan como el último convoy estadounidense cruza la frontera de Irak a Kuwait , el 18 de Diciembre de 2011. (Jordan Johnson / U.S. Army)
Replegarse frente a un avance enemigo no
significa que se realice una retirada. Se trata de una operación de guerra muy,
muy complicada, que requiere una planificación meticulosa y una coordinación de
primer orden. Pero muchas veces este tipo de movimiento se asocia al desastre.
Replegarse supone ceder terreno, pero en ocasiones se hace para conseguir una
ventaja ulterior: recuérdese, por ejemplo, el repliegue hasta El Alamein,
durante la Segunda Guerra Mundial, que permitió organizar una operación a gran
escala que desembocó en una gran victoria.
Por tanto, debe pensarse en el repliegue
como en un ajuste en el que, después de romper el contacto con el enemigo perseguidor,
se intenta volver al combate en un terreno y unas circunstancias favorables.
Hacerlo fácil
Aviadores del 732.º Escuadrón Expedicionario de Ingeniería Civil reciben instrucciones para realizar una misión de reabastecimiento táctica para llevar material y personal a la Base de Operaciones Avanzada Bernstein, a medida que los soldados estadounidenses se repliegan de las ciudades iraquíes hacia las Bases de Operaciones Avanzadas en Irak. el 27 de Junio de 2009. (John Gordinier / USAF)
Cuando se planifica una reestructuración
de líneas hay que tener presentes varios principios básicos.
En primer lugar, habrá que tener a punto
planes alternativos, pues puede que la acción del enemigo
obligue a alterar la coordinación de la
maniobra, las rutas elegidas o cualquier otro detalle del esquema general de la
operación.
En segundo lugar —y éste es quizá el punto
más importante—, hay que procurar que el plan sea lo más sencillo posible. La
presión de la propia maniobra bajo el fuego enemigo produce una gran tensión
anímica en los hombres. Un plan muy complejo es mucho más difícil de cambiar
sobre la marcha y tiene más posibilidades de acabar en desastre.
En tercero, no hay que olvidar que un
repliegue, como cualquier otra operación militar, debe estar concebido pensando
en la destrucción del enemigo. Por lo tanto, el plan debe tener una intención
abiertamente hostil, lo que incluye tender emboscadas, colocar campos de minas
y trampas explosivas, establecer áreas de contraataque, preparar misiones de
fuego artillero defensivo y, finalmente, establecer una nueva posición en la
que se pueda aguantar y combatir. Es imprescindible que todos los hombres
comprendan y asuman esta naturaleza agresiva del repliegue, pues de lo
contrario la operación puede degenerar en una retirada abierta.
La cuarta premisa en la ejecución de un
repliegue es que todo el mundo sepa exactamente qué está sucediendo y por
qué.
En quinto lugar, es imprescindible mantener
un control estricto de toda la operación, asegurándose de la ocupación de los
puntos de reunión, que no falten las municiones y que el movimiento se desarrolle
según la programación prevista.
Finalmente, una de las premisas fundamentales
es la seguridad del plan. Si las intenciones de la operación se ven comprometidas,
todos los hombres que participen en ella estarán en peligro. Si se siguen estos
seis principios, harán del repliegue una maniobra segura, eficaz y
organizada.
Cuando se prepara un repliegue, lo primero
que se debe hacer es informar exhaustivamente a todas las unidades sobre la programación del plan, las rutas, los puntos de reunión y las posiciones de los demás
elementos que van a tomar parte. Los jefes de sección deberán reconocer las
rutas desde su punto de reunión al del equipo de combate, y los sargentos de
pelotón, desde sus posiciones al punto de reunión de la sección. Pero veamos
ahora cómo se organiza realmente la operación.
Organizando el repliegue
Por lo general se determinan dos horas
clave: aquella hasta la que hay que negar la posición al enemigo, y aquella
hasta la cual no debe haber ningún movimiento de retroceso excepto los de las
partidas que reconozcan las nuevas posiciones. Si, por ejemplo, se recibe la
orden de negar la posición al enemigo hasta las 23:00, significa que se debe
poseer la suficiente potencia de fuego para impedir que, hasta esa hora, el
enemigo pueda rebasarla.
Siempre que sea posible, el repliegue debe
hacerse al amparo de la noche. Las patrullas deben mantener un nivel de actividad
normal para proporcionar alerta temprana de cualquier aproximación o infiltración
del enemigo. Tales patrullas deben regresar a la posición justo antes de que
las secciones avanzadas empiecen a replegarse. Por la noche, los primeros que
dejan la posición son el pelotón o pelotones de reserva. Éstos se retiran hasta
el punto de reunión (PR) de la sección, donde esperarán al oficial de ésta y a
los pelotones avanzados. El segundo al mando de la sección (si es que no está
conduciendo la partida de reconocimiento de las nuevas posiciones) o el
sargento del pelotón en profundidad asumen el mando del PR de la sección hasta
la llegada del teniente de la misma. Entonces los pelotones avanzados
retroceden hasta el PR mencionado, donde se pasará lista de efectivos.
La teoría en la que se apoya el hecho de
que, de noche, los pelotones avanzados sean los últimos en retroceder es que,
al amparo de la oscuridad, esos elementos en vanguardia sigan dando una
impresión de normalidad. Si actúan de forma silenciosa y cauta, podrán
replegarse sin que el enemigo se entere. Sin embargo, puede que deban salir de
allí disparando y maniobrando. En tal caso, habrá que cubrir el repliegue de
los fusileros con las MG, actuando por escuadras que se den apoyo mutuo. Cuando
se alcance el PR de la sección, la unidad debe haber aprovechado la oscuridad
reinante para romper el contacto con el enemigo.
En el PR de la sección debe pasarse el
menor tiempo posible. Tan pronto como se haya pasado lista, el teniente
conducirá su unidad a través del punto de control del equipo de combate hasta
el PR de este mismo. Tal punto de control sólo sirve para coordinar el
movimiento entre los PR de la sección y el equipo de combate. La sección no
debe detenerse en ese lugar, sino simplemente ser identificada y dar novedades
al mando.
Cuando su unidad llega al PR del equipo,
el teniente de la sección pasará revista a sus efectivos y dará cumplidas
novedades al jefe del susodicho equipo. Normalmente, la primera sección que
llegue al PR se encarga de su protección. Desde el PR del equipo de combate, la
sección seguirá retrocediendo hasta el punto de control y el PR de la
agrupación de combate, y después hasta el lugar de embarque de ésta, donde
estarán esperando los transportes para llevarla hasta sus nuevas
posiciones.
De la peor manera
Dos carros de combate T-55 yacen abandonados en la Base Aérea de Bagram tras la retirada del ejército soviético de Afganistán. (ARLO K. ABRAHAMSON / U.S. Navy)
El repliegue de día es mucho más difícil.
Es improbable que los pelotones avanzados sean capaces de romper el contacto
sin ser detectados. Por esta razón, sólo debe intentarse un repliegue a la luz
del día cuando no quede otro remedio.
En el repliegue diurno es preciso invertir
la secuencia que hemos visto hasta ahora, es decir, que habrá que empezar por
retirar los pelotones y secciones avanzados, lo que se efectuará con el apoyo de
las secciones de reserva. Si la presión del enemigo es fuerte, los elementos
avanzados deberán asumir unas posiciones intermedias desde las que proteger el
repliegue de las secciones de reserva, y así sucesivamente. Este movimiento
"por saltos" proseguirá hasta que se rompa el contacto. Debe evitarse
el combate sobre la marcha: lo indicado es golpear al enemigo todo lo fuerte
que se pueda para inducirle a aflojar su presión.
Los carros y la artillería pueden ser muy
útiles en un repliegue diurno. Por la noche, sin embargo, toda la operación
debe descansar más en la furtividad que en la potencia de fuego. Con o sin los
carros, la artillería siempre estará disponible para dar apoyo en el momento
preciso.
La finalidad última de un repliegue es
ocupar una posición mejor. Por tanto, una parte vital de la operación es enviar
partidas a reconocer esa nueva posición. Tales partidas pueden consistir en el
vicejefe del equipo de combate, los segundos al mando de las secciones y un
soldado de cada sección para actuar como guía. Cuando una sección llega a esa
nueva posición, el suboficial jefe se hará cargo del mando de la misma hasta
que el teniente se haya familiarizado con el entorno y organizado las
defensas.
Las claves del éxito de un repliegue son
un buen margen de alerta, una planificación adecuada, una información exhaustiva
y una ejecución rápida y silenciosa. El fin de todo ello es salvar el pellejo
para combatir otro día.
NORMAS PARA EL REPLIEGUE
1. Todas las rutas que conduzcan a los puntos de control y de reunión deberán reconocerse previamente a pie.
2. Es imprescindible mantener la seguridad en las transmisiones en relación al inminente repliegue.
3. Los puntos de reunión deben estar organizados y preparados para la defensa.
4. Las tropas deben informar de cuando han abandonado sus posiciones, que ahora se convertirán en zonas de fuego libre para la artillería y la aviación propias.
5. Debe planificarse y ensayarse el repliegue bajo diversas condiciones: en contacto con el enemigo, de día y de noche.
6. Hay que prever el suministro de medios de combate durante toda la maniobra de repliegue.
7. Se evacuará todo el equipo reparable, pero el que no tenga ya utilidad en combate será destruido para evitar su captura.
8. Trazaremos un completo plan de demoliciones, incluyendo todo aquello que ayude a cerrar las vías de acceso hacia el campo de minas defensivo.
9. Si es posible, preparemos posiciones intermedias.
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