TÁCTICAS DE ASALTO HELIPORTADO
La cabina de un helicóptero de transporte
de tropas rumbo al combate es un lugar confuso. El ruido destroza los tímpanos
y cada rincón disponible está atestado de equipos esenciales y una apiñada
multitud de hombres excitados y nerviosos. Las operaciones heliportadas han
demostrado innumerables veces que constituyen una de las mejores soluciones
para combatir a la guerrilla. Ésta es la primera entrega del curso de Tácticas Antiguerrilla y muestra cómo las Fuerzas Armadas Sudafricanas utilizan sus helicópteros
como medios de combate y apoyo en acciones antiguerrilla.
El principal valor del helicóptero en
combate radica en su capacidad de transportar tropas a zonas que sólo podrían
ser accesibles después de realizar una prolongada marcha campo a través, quizá
durante varios días. El helicóptero permite desplazarse con tanta rapidez que
se pueden montar operaciones sin que el enemigo tenga tiempo de
reaccionar.
Debido a que las acciones aerotransportadas
se caracterizan por esta elevada capacidad de respuesta, es fundamental que
cada miembro de la tripulación y cada soldado sepa exactamente qué debe hacer
en todo momento. La utilización de helicópteros es costosa —cada hora de vuelo
vale miles de euros— y su radio de acción es muy limitado.
Saber su trabajo
La instrucción en esta clase de operaciones
tiene dos propósitos: reducir el tiempo que se desperdicia a causa de las
equivocaciones y asegurar en todo momento la supervivencia del aparato y del
personal que transporta. No hay lugar para el error. Cada hombre debe actuar
como se espera que lo haga. Cuando se da la orden de iniciar una operación
heliportada, el jefe del grupo debe asegurarse de que cada miembro del mismo
conozca su sitio y qué debe hacer una vez abandone el aparato. Forma sus
hombres en el orden inverso al que deben desembarcar. Después aguarda la señal
del piloto para subir a bordo (por ejemplo, un pulgar hacia arriba). Una vez en
el aparato, es vital que ningún infante interfiera en el trabajo de los pilotos
ni toque ningún control, pues ello podría poner en peligro la seguridad de los
demás.
Ruido Insoportable
El ruido en en el Interior de un helicóptero
es ensordecedor. El jefe del grupo deberá utilizar siempre los auriculares para comunicarse con el piloto y con los demás miembros de la
tripulación.
Es fundamental que todas las armas tengan
puestos los seguros. Un disparo accidental podría alcanzar una parte vital del
helicóptero y poner en peligro la vida de todo el mundo a bordo. Por esta
razón, es mucho más aconsejable que las recámaras estén vacías. En aquellas
raras ocasiones en que los infantes deben salir del helicóptero disparando, el
arma podrá estar cargada y amartillada, pero siempre con el seguro puesto para
impedir que pueda producirse un accidente fatal. Debido a las reducidas
dimensiones interiores de un helicóptero, bajo ninguna circunstancia se debe
llevar la bayoneta montada en el fusil
El Responsable
El piloto está al mando del helicóptero en
todo momento. Es el máximo responsable del mismo y de todo aquel que haya a
bordo. Sus órdenes deben ser obedecidas inmediatamente. Es él quien decide
cuántos hombres deben viajar a bordo, y cuándo y cómo pueden entrar y salir del
helicóptero. Por razones operacionales, transmite las órdenes a través del jefe
de la tropa.
Este último tiene también sus propias
responsabilidades, relativas sobre todo a la seguridad de sus hombres y cómo
deben distribuirse en el helicóptero, pero debe prestar atención, asimismo, al
terreno que se sobrevuela, observando los posibles lugares de aterrizaje.
¡Contacto!
La razón de ser de las operaciones heliportadas antiguerrilla reside en la velocidad con que pueden ser lanzadas. La
experiencia obtenida en el curso de muchas acciones de este tipo ha demostrado
a las Fuerzas Armadas Sudafricanas que los puestos estáticos de observación son
mucho más eficaces que las patrullas móviles a la hora de recoger información
acerca de los movimientos del enemigo. Una patrulla desplazándose campo a través
puede ser localizada con facilidad, especialmente si es observada por
simpatizantes de la guerrilla, a la que comunicarán su posición. Los puestos
estáticos camuflados pueden estar en constante contacto por radio con la base
de operaciones.
Cuando se recibe un informe sobre actividad
guerrillera, la reunión de las tropas de asalto ha de hacerse rápidamente. Se
les proporciona toda la información necesaria acerca del contacto: coordenadas,
un resumen de las circunstancias, el número de hombres que se necesitan, si
éstos han de ser apoyados por helicópteros artillados o ataques aéreos, cómo se
hará la aproximación al objetivo, la situación de los puntos de reunión (PR)
con las tropas en tierra y las frecuencias de radio, los Indicativos y las
claves que se emplearán en el transcurso de la operación.
Todo esto debe llevarse a cabo al tiempo
que el personal de vuelo calienta motores y realiza la inspección previa de sus
aparatos. En cuestión de minutos, los grupos de asalto se reúnen en las áreas
de dispersión, a la espera de la señal de embarque.
El Jefe de la Operación
El comandante de las tropas de asalto
viaja siempre en el helicóptero artillado. Pero si este aparato no es necesario,
el jefe irá en el transporte que vaya en vanguardia. Cuando en la operación
toma parte un helicóptero artillado, es importante que las tropas en tierra
sepan en todo momento dónde se encuentra. La mejor forma de conseguirlo es
mediante una serie de granadas fumígenas sujetas a los patines o atomizadores
del aparato y detonadas por el jefe de la operación.
Aterrizaje
Cuando las fuerzas de asalto llegan al PR,
el contacto con las fuerzas que han localizado al enemigo proporcionará al comandante
información de última hora sobre la conducta de los guerrilleros. Mientras los
helicópteros de transporte de tropas sobrevuelan el PR a una altitud prudencial,
el aparato en el que viaja el jefe de las fuerzas vuela bajo para que éste
pueda juzgar por si mismo la disposición del enemigo. Los observadores habrán
informado de la presencia de posibles armas antiaéreas en poder de los
guerrilleros, y el jefe de las tropas de asalto deberá tenerlo en consideración
cuando deba decidir hasta dónde puede aproximarse al enemigo. Siempre que sea
posible, el helicóptero artillado debe estar lo más cerca posible para ablandar
la resistencia del enemigo antes que los infantes desembarquen de sus
aparatos.
A la señal del comandante, los transportes
descenderán a las posiciones previstas en la zona de aterrizaje (ZA). Siempre
que sea posible tomarán tierra, pero en terrenos difíciles, como los de hierba
alta o áreas pedregosas se mantendrán en vuelo estacionario a dos o tres metros
del suelo. Los soldados deberán estar preparados para saltar, asegurándose de
que llevan todo su equipo y cuidando de no desequilibrar al helicóptero, algo
que sucede bastante a menudo cuando éste permanece en vuelo estacionario. A
menos de que se encuentren en plena persecución del enemigo, los infantes
formarán un anillo defensivo alrededor del aparato. Cada hombre debe conocer su
posición en la estructura defensiva y la ocupará de forma automática.
Tratar de Ocultarse
Es posible que los guerrilleros intenten
esconderse, ocultarse en el terreno en vez de echar a correr ante el asalto
heliportado. Esto, que puede producirse sobre todo en áreas despejadas, obliga
a las fuerzas antiguerrilleras a estar preparadas para montar amplias
operaciones de búsqueda allí donde hayan sido enviadas a eliminar a un grupo
guerrillero. Ello comporta una sede de problemas: obliga a reabastecer a las tropas
con raciones de combate, equipos de supervivencia y la suficiente cantidad de
armas y municiones para hacer frente a cualquier eventualidad.
En las operaciones de búsqueda y rastreo,
las fuerzas de combate requieren también la ayuda de especialistas, sobre todo
oficiales de información y hombres y perros instruidos en estas técnicas
especificas. También estos hombres y medios llegan al lugar en
helicóptero.
Tan pronto hayan desembarcado las fuerzas
de tierra, la mayoría de los helicópteros volverán a la base logística más
cercana, donde serán inmediatamente repostados y permanecerán a la espera de
regresar a la zona de operaciones. Uno o dos helicópteros se mantendrán en un
punto situado a poca distancia de vuelo de las fuerzas de tierra, dispuestos a
trasladar soldados de un lugar a otro del campo de batalla si surge la
necesidad.
DEBERES DEL JEFE DE GRUPO
El jefe de un grupo de asalto debe realizar varias comprobaciones antes de que el helicóptero levante el vuelo. Ya en el aire, utilizará los auriculares para comunicarse con los pilotos y observará el terreno que se está sobrevolando.
1- Indicar a sus hombres las señales que se utilizarán en el embarque y desembarco.
2- Asegurarse de que nadie lleve puesta la prenda de cabeza.
3- Comprobar que todo el mundo lleve el equipo individual (cantimploras, machetes, cartucheras, etcétera) bien sujeto.
4- Verificar que las presillas y hebillas de las mochilas y equipos están bien cerradas.
5- Retirar las antenas de las radios y guardarlas aparte.
6- Cerciorarse de que los portafusiles estén ajustados, las asas de transporte plegadas y las bayonetas en sus fundas.
7- Comprobar el cumplimiento de las normas de seguridad de las armas.
DESEMBARCO
La tropa debe abandonar el helicóptero rápidamente, arrojando sus mochilas por la puerta y formando una posición defensiva alrededor del mismo. Los dos equipos de ametralladoras deben salir en primer lugar para proporcionar fuego de cobertura al resto del grupo. Normalmente, el helicóptero aterrizará para recoger o depositar a los infantes, pero cuando el terreno esté cubierto de hierba alta o matorrales, o sea muy accidentado, se arrojarán los equipos y la tropa saltará del aparato, que se mantendrá en estacionario a unos 2 rn del suelo. Para prevenir que el helicóptero se balancee demasiado, los infantes no deben saltar directamente desde la cubierta del mismo, sino desde los estribos.
Fuerza de Fuego
La Fuerza de Fuego emplea tropas heliportadas para lanzar ataques por sorpresa contra los grupos guerrilleros. Los soldados están dispuestos en todo momento. de tal forma que cuando se detecta un grupo enemigo en la zona de operaciones puedan ser trasladados rápidamente. Los aviones y helicópteros artillados ayudan a despejar la zonas de aterrizaje antes de que se posen en ellas los vulnerables helicópteros de transporte.
PROCEDIMIENTOS EN LA ZONA DE ATERRIZAJE
Del mismo modo que la tropa confía en que el helicóptero les llevará al campo de batalla y les sacará del mismo con seguridad. La tripulación del aparato depende en cierta medida del personal en tierra
Por ejemplo, es muy importante despejar y marcar la zona de aterrizaje (ZA). Un helicóptero muy cargado no puede tomar tierra ni despegar verticalmente. Cuando lleva una gran carga o muchos pasajeros, se comporta de forma parecida a un avión de ala fija, y debe aterrizar y despegar en un ángulo bajo. Se debe abrir una senda para que el piloto pueda ascender y descender en la ZA con seguridad.
Sin embargo, una de las ventajas de los helicópteros respecto a los aviones de ala fija está en que se ven menos afectados por la dirección del viento al aterrizar y despegar. En lugar de tener que situarse a sotavento para despegar, el piloto del helicóptero tiene otras opciones: sólo debe preocuparse por la dirección del viento cuando éste sea realmente fuerte. Ello, a su vez. facilita la tarea del personal de tierra, pues una misma ZA puede utilizarse en todo tipo de condiciones.
De noche las ZA deben señalizarse con luces. De ser posible, estas deben ser cinco y dispuesta en -T- con la barra superior a sotavento.
Las linternas eléctricas son una buena fuente de luz. Pueden emplazarse a un intervalo de unos 10 m, con los haces enfocados en un ángulo de entre 30 y 40 grados. Debido a que el rotor ( principal del helicóptero provoca un poderoso torbellino hacia abajo, tales linternas deben estar parcialmente enterradas,. para prevenir que salgan despedidas.
Si se dispone de más de cinco linternas. no debe incrementarse el número de puntos de luz. En lugar de ello se situarán dos de ellas en cada posición, una en el ángulo mencionado y la otra apuntando verticalmente hacia el cielo.
Se pueden emplear otras fuentes luminosas en lugar de las linternas. Como último recurso se puede recurrir a una lata abierta por un extremo y llena de arena y de gasolina, con lo que se consigue una llama continua que será de gran utilidad. El piloto guiará el helicóptero hacia la izquierda de las tres luces que forman la linea vertical de la -T- como se muestra en una de las ilustraciones adjuntas.
En caso de emergencia, se pueden emplear los faros de automóviles para señalar la ZA. Estacionados en las lindes de la zona despejada, los vehículos deberán estar a una distancia entre 20 y 25 metros. en un ángulo de 45 grados para que sus luces coincidan en el centro de la zona de aterrizaje. El helicóptero se aproximará por detrás y descenderá entre los vehículos, por lo que deben abatirse todas las antenas de radio.
Soldados de la Fuerza Aérea Sudafricana practican rappel desde un helicóptero Puma.
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