EL CENTINELA TÁCTICO
El soldado de primera clase Rubén López y el soldado Zachary Martin informan sobre un vehículo sospechoso cuyos ocupantes toman fotografías de la ubicación de las fuerzas estadounidenses durante un entrenamiento en Camp Shelby, Mississippi, el 10 de Noviembre de 2012. (Stephanie Widemond / U.S. Army)
En una situación bélica, la mayor parte del tiempo se destina a preparar y
planificar la batalla, esperando al enemigo o recuperándose de un combate
previo.
Habrá ocasiones en las que la tropa pueda
relajarse y descansar, pero para que esto no perjudique la seguridad general
siempre debe haber alguien alerta y defendiendo los intereses de los demás. La
importancia de la labor del centinela no debe ser subestimada. Las vidas de los
compañeros dependen del estado de alerta y la eficacia de, quizá, un solo
hombre.
Preparación
El centinela debe recibir unas órdenes
claras y concretas. Puede que deba hacer frente a una situación difícil y que
tenga que tomar una decisión delicada. En consecuencia, cuando se instruya a un
centinela no hay que omitir nada, no dejar ninguna cosa al azar y asegurarse de
que entiende exactamente todo cuanto se le dice. Por su parte, el hombre que va
a entrar de guardia debe entender todas las instrucciones, saber qué debe hacer
si una persona o un vehículo se acercan a su puesto y de qué forma debe dar la
alarma a los demás.
Además de todo esto, el centinela debe
conocer el santo y seña y la contraseña del día. De noche no es siempre posible
identificar a alguien que se aproxime al puesto a menos que esté peligrosamente
cerca de éste, de manera que siempre se debe recurrir a esta fórmula incluso
cuando uno crea que reconoce a quien se le está acercando. Durante el día, sólo
se pedirá el santo y seña cuando no se esté seguro de la identidad de
alguien.
Esta fórmula de identificación consta de
dos partes y varía de una unidad a otra, por no decir entre los ejércitos de
diferentes naciones. En algunos sitios, el santo y seña es el nombre de una
ciudad, y la contraseña, un nombre de persona qué empiece por la misma letra
que el santo y seña (por ejemplo, "Barcelona" y "Baltasar"). Pero
las variaciones pueden ser, y son, muchas. En el ámbito de la OTAN, en el que a
veces operan juntas fuerzas de diversos países e idiomas, se suele recurrir al
código fonético internacional (el santo y seña puede ser "November" y la
contraseña, "Tango"). Los santos y señas y contraseñas se cambian a
diario.
Cuando la seguridad está muy en juego —por
ejemplo, en el frente—, estas fórmulas de identificación pueden ser más complejas
y se pueden emplear combinaciones de letras, como ARPN: al santo y seña
"Alfa Romeo", hay que responder "Papa November". Sin
embargo, tampoco hay que extralimitarse y recurrir a palabras que puedan
inducir a error.
Otro sistema de santo y seña es emplear un
solo número. Pongamos por caso que tal número es el siete. Si el santo y seña
que se da es, digamos, "tres", la respuesta debe ser
"cuatro" (porque tres más cuatro suman siete). Una vez más, los
números deben ser sencillos para no obligar a la gente a hacer difíciles
cálculos mentales. Si establecernos como número clave el 43, el centinela puede
volarle la cabeza a alguien por la sencilla razón de que este alguien se ha
equivocado al sumar.
Pero el santo y seña no es sino una parte
del procedimiento, que en campaña debe seguirse escrupulosamente. De no ajustarse
a las normas usuales, el centinela puede confundir a las patrullas que regresan
a las lineas y provocar bajas entre las fuerzas propias. Si una persona o grupo inesperado se acerca al puesto, hay que avisar al cabo de guardia (en un
cuartel) o al sargento del pelotón (en el campo).
En cualquier caso hay que dar el alto. El
desconocido deberá ser detenido a una distancia a la que el resto del pelotón
pueda abatir a cualquiera que intente echar a correr, pero no tan cerca para
que pueda correr peligro la seguridad del propio centinela. Si la orden de alto
no es obedecida, se dará la voz por segunda vez, y si esto tampoco surte efecto
el centinela no tendrá otra opción que seguir el procedimiento normal y abrir
fuego.
Atenerse a las normas
Las normas de identificación, ya lo hemos
dicho, han de seguirse estrictamente, pues de no ser así pueden producirse accidentes
fatales. Los errores más comunes son dar el alto a demasiada distancia —en cuyo
caso, si quien se aproxima es enemigo, tiene la oportunidad de escapar— o
demasiado cerca —y entonces puede que el enemigo intente reducir al centinela—.
Otro error serio, sobre todo cuando la tensión del momento es alta, es
olvidarse de alertar al sargento del pelotón o al cabo de guardia en cuanto se
descubre a la figura que se acerca al puesto.
Día y noche
El sargento de 1ª Clase Chris Bridson observa la salida del sol sobre el desierto de Mojave en el sur de California, hacia el final de su guardia nocturna entre el 7 y 8 de febrero de 2013. (Tanangachi Mfuni / U.S. Army)
Cuando se está cansado, el sueño es la mejor de las recompensas y los hombres reclaman su parte, de manera que los turnos
de guardia han de establecerse de forma cuidadosa y equitativa. De noche, los
centinelas deberían trabajar siempre por parejas. Los turnos de guardia puedan
durar un mínimo de media hora y no exceder las dos horas. Se recurrirá a los
turnos más cortos cuando se opere bajo condiciones climáticas rigurosas. Hay
que asegurarse también do que los relevos se efectúen según lo previsto, pues
una demora imprevista puede alterar todo el esquema y poner en peligro la
seguridad. Que alguien se quede dormido sucede incluso en los mejores ejércitos
del mundo.
Los relevos de los centinelas tácticos
tienen todavía una importancia mayor. Es fundamental que, en los turnos de noche y si se hacen puestos por parejas. al menos uno de los hombres esté bien
acostumbrado a la visión nocturna. Los centinelas deben estar alerta y no
alarmarse por los ruidos de los animales nocturnos ni por la sombra y el
movimiento de los árboles y arbustos, que en ciertos momentos pueden confundirse
con siluetas de hombres.
De día, los problemas deberían ser menos.
Cuando se está en una zona fuera del contacto inmediato con el enemigo, bastará
con que se coloque un centinela ordinario y uno aéreo y químico por sección.
Si, además, no existe la amenaza de armas químicas, será suficiente con un
centinela y observador aéreo por sección. Por el contrario, cuando se está en
contacto con el enemigo, habrá que disponer un centinela táctico por cada
pelotón y uno aéreo y químico por sección durante las horas diurnas, doblándose
el número de centinelas tácticos durante la noche.
Sistema de supervisión
Todo este esquema es complicado de organizar
y mantener. Por más motivados y mejor entrenados que estén todos y cada uno de
los centinelas, el dispositivo de seguridad se vendrá abajo a menos que se
supervise de una forma regular. Para ello existen varios métodos: aparte de las
funciones propias de los cabos, los suboficiales al mando de los pelotones
deben turnarse para mantener el control durante la noche, informando de
cualquier novedad al teniente de la sección. A nivel de pelotón, el sargento de
éste y su segundo establecerán turnos para supervisar los puestos de guardia y
los relevos durante la noche; otra solución es que los propios centinelas se
ocupen de relevarse, pero en cualquier caso deberán informar al sargento o cabo
primero cuando se dispongan a despertar al compañero que debe sustituirles. Sea
cual fuere el método que se emplee, hay que recordar que la supervisión de los
mandos es siempre muy necesaria.
De noche, uno de los dos centinelas puede
estar armado con la ametralladora ligera del pelotón dotada de un intensificador
de imagen o cualquier otro aparato de visión nocturna. De esta forma, este
hombre proporcionará una potencia de fuego inmediata y concentrada que no sólo
alertará a sus compañeros, sino que además les dará tiempo para ocupar sus
puestos de combate.
Observación especializada
Las funciones del centinela aéreo y del de
ataque químico se suelen combinar en un solo hombre. La tarea del primero, en
el supuesto de que estén divididas, es sencilla: avisa al pelotón o a la
sección de la inminencia de un ataque aéreo contra la unidad. Sin embargo, no
debe empeñar aviones que ataquen a otros objetivos: esto es responsabilidad de
los sistemas de armas de defensa aérea locales y, posiblemente, de las armas automáticas de su pelotón o sección. Por supuesto, el centinela aéreo debe ser
un hombre familiarizado con los distintos tipos de aviones de ámbito táctico,
pues debe ser capaz de distinguir entre aviones y helicópteros propios y
hostiles: no obstante, el primer indicio de que un avión es hostil suele ser
una rociada de proyectiles de cañón o el lanzamiento de bombas en dirección a
la unidad. Sin embargo, antes de abrir fuego contra un avión atacante hay que
tener presente que la mejor protección es la ocultación, es decir, que no se
debe comprometer la posición innecesariamente.
Los centinelas químicos se colocan lejos
de la unidad y a favor del viento, y están equipados con papeles detectores,
que indicarán la presencia de agentes vesicantes, así como, si se dispone de
tal equipamiento, de una máquina llamada NAIAD (Nerve Agent Immobilized Enzyme
Alarm and Detector) que detecta los agentes enervantes. Los productos químicos
pueden ser lanzados por medio de proyectiles de artillería, cohetes o atomizando
desde un avión. El centinela debe estar atento a estos tres tipos de amenazas,
y entonces recurrir a los papeles detectores y a la máquina NAIAD. Llevará el
equipo protector y debe alertar a la sección, tanto por radio como haciendo
entrechocar dos objetos metálicos (dos tazas, por ejemplo) al tiempo que grita ¡Gas! ¡Gas! ¡Gas!. Si reacciona rápidamente, dará tiempo a sus camaradas de
ponerse las máscaras y sobrevivir al ataque.
La función de los centinelas tiene una
importancia cruciaL Las guardias pueden ser aburridas, sobre todo cuando estás
cansado y ves a los demás durmiendo en sus cálidos sacos. Pero nunca debes
olvidar que si fracasas en el cumplimiento de tu cometido puedes ser el
responsable de la muerte de tus compañeros.
EL CENTINELA NBQ
Soldados Estadounidenses del 7.º Destacamento Móvil de Asuntos Públicos practican el uso del detector de agentes químicos M-256 en Fort Hood, Texas (Ken Scan / U.S. Army)
El centinela NBQ debe conocer lo siguiente:
1. La situación táctica del momento, es decir, todo cuanto se sepa acerca de las intenciones del enemigo sobre un ataque químico.
2. Su misión, a saber: alertar de un ataque NBQ en un plazo máximo de cinco segundos para que sus compañeros puedan llevar a cabo los procedimientos de descontaminación inmediata.
3. Cuándo empieza y cuándo termina su turno de guardia y dónde.
4. Cuál debe ser su posición durante su turno de guardia.
5. El momento en el que ocurra el ataque, para:
—dar la alarma
—observar el papel detector y, si se produce un cambio de color, informar de ello
—informar por radio del desarrollo del ataque
—cambiar el papel detector cada minuto hasta que no se produzcan más cambios de color, de lo que deberá informar al comandante de la unidad.
6. Qué nueva posición debe ocupar si el viento cambia de dirección.
7. Qué debe hacer ante las diversas formas de acarreo del agente: por niebla, humo o en forma líquida.
8. Las acciones que deben emprenderse ante aviones en vuelo bajo o personas sospechosas.
9. A quién debe informar y dónde se encuentra esta persona.
10. Los indicativos de radio que correspondan.
11. El santo y seña y la contraseña.
EL CENTINELA AÉREO
El centinela aéreo debe saber:
1. La situación de su puesto.
2. La duración de su turno de guardia y el momento y el método de relevo.
3. La situación aérea, es decir, qué bando posee la superioridad aérea sobre el frente.
4. Su sector de observación, que no debe ser demasiado amplio pero tampoco muy limitado.
5. Los tipos de aviones hostiles que se esperan sobre el frente.
6. La manera de dar la alarma.
7. Las órdenes para abrir fuego.
8. La ocultación desde el aire.
EL CENTINELA ORDINARIO
El cabo Michael Littrell hace guardia en un puesto de ametralladora como parte del entrenamiento de la 15.ª Unidad Expedicionaria de Marines en el Centro de Entrenamiento de Combate de Arta Beach, Djibouti, el 24 de Julio de 2015 (Jamean Berry / USMC)
El centinela ordinario debe conocer lo siguiente:
1. La situación de su puesto, la de los puestos aledaños y la del retén, refuerzo o grupo de apoyo en campaña.
2. Cuando debe ser relevado y por quién.
3. La forma en que va a ser relevado: esto es muy importante, pues de lo contrario pueden producirse accidentes imperdonables.
4. El estado de las fuerzas enemigas.
5. Los sectores de observación y tiro.
6. Qué debe hacer cuando oiga o vea actividad sospechosa.
7. Cómo alertar al resto de la unidad.
8. El procedimiento correcto de dar el alto.
9. Las órdenes para abrir fuego.
10. Las normas de ocultación y camuflaje.
11. Cuando las patrullas propias deben salir y regresar a la posición.
12. La situación de las minas, trampas explosivas. etcétera.
13. El santo y seña y la contraseña.
ASPECTOS DE LAS GUARDIAS EN CAMPAÑA
1. En campaña, los centinelas deberán actuar siempre por parejas para poder prestarse apoyo mutuo.
2. Los puestos de guardia deben ser inspeccionados regularmente por el cabo o el suboficial.
3. Los centinelas deben saber por dónde se espera que regresen las patrullas enviadas a reconocer las lineas enemigas.
4. Los centinelas deberán cubrir un arco determinado desde buenas posiciones de tiro.
5. Si se emplea iluminación artificial, ha de procurarse no comprometer la propia posición.
6. En los puestos de guardia tácticos no se puede hablar.
7. La concentración ha de ser constante: un centinela descuidado pone en peligro la seguridad de todos y cada uno de sus compañeros.
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