domingo, 29 de mayo de 2016

Tácticas de Infantería nº21

EL REPLIEGUE

Soldados kuwaitíes observan como el último convoy estadounidense cruza la frontera de Irak a Kuwait , el 18 de Diciembre de 2011. (Jordan Johnson / U.S. Army)

Replegarse frente a un avance enemigo no significa que se realice una retirada. Se trata de una operación de guerra muy, muy complicada, que requiere una planificación meticulosa y una coordinación de primer orden. Pero muchas veces este tipo de movimiento se asocia al desastre. Replegarse supone ceder terreno, pero en ocasiones se hace para conseguir una ventaja ulterior: recuérdese, por ejemplo, el repliegue hasta El Alamein, durante la Segunda Guerra Mundial, que permitió organizar una operación a gran escala que desembocó en una gran victoria. 

Por tanto, debe pensarse en el repliegue como en un ajuste en el que, después de romper el contacto con el enemigo perseguidor, se intenta volver al combate en un terreno y unas circunstancias favorables. 


Hacerlo fácil


Aviadores del 732.º Escuadrón Expedicionario de Ingeniería Civil reciben instrucciones para realizar una misión de reabastecimiento táctica para llevar material y personal a la Base de Operaciones Avanzada Bernstein, a medida que los soldados estadounidenses se repliegan de las ciudades iraquíes hacia las Bases de Operaciones Avanzadas en Irak. el 27 de Junio de 2009. (John Gordinier / USAF)

Cuando se planifica una reestructuración de líneas hay que tener presentes varios principios básicos. 

En primer lugar, habrá que tener a punto planes alternativos, pues puede que la acción del enemigo 
obligue a alterar la coordinación de la maniobra, las rutas elegidas o cualquier otro detalle del esquema general de la operación. 

En segundo lugar —y éste es quizá el punto más importante—, hay que procurar que el plan sea lo más sencillo posible. La presión de la propia maniobra bajo el fuego enemigo produce una gran tensión anímica en los hombres. Un plan muy complejo es mucho más difícil de cambiar sobre la marcha y tiene más posibilidades de acabar en desastre. 

En tercero, no hay que olvidar que un repliegue, como cualquier otra operación militar, debe estar concebido pensando en la destrucción del enemigo. Por lo tanto, el plan debe tener una intención abiertamente hostil, lo que incluye tender emboscadas, colocar campos de minas y trampas explosivas, establecer áreas de contraataque, preparar misiones de fuego artillero defensivo y, finalmente, establecer una nueva posición en la que se pueda aguantar y combatir. Es imprescindible que todos los hombres comprendan y asuman esta naturaleza agresiva del repliegue, pues de lo contrario la operación puede degenerar en una retirada abierta. 

La cuarta premisa en la ejecución de un repliegue es que todo el mundo sepa exactamente qué está sucediendo y por qué. 

En quinto lugar, es imprescindible mantener un control estricto de toda la operación, asegurándose de la ocupación de los puntos de reunión, que no falten las municiones y que el movimiento se desarrolle según la programación prevista. 

Finalmente, una de las premisas fundamentales es la seguridad del plan. Si las intenciones de la operación se ven comprometidas, todos los hombres que participen en ella estarán en peligro. Si se siguen estos seis principios, harán del repliegue una maniobra segura, eficaz y organizada. 

Cuando se prepara un repliegue, lo primero que se debe hacer es informar exhaustivamente a todas las unidades sobre la programación del plan, las rutas, los puntos de reunión y las posiciones de los demás elementos que van a tomar parte. Los jefes de sección deberán reconocer las rutas desde su punto de reunión al del equipo de combate, y los sargentos de pelotón, desde sus posiciones al punto de reunión de la sección. Pero veamos ahora cómo se organiza realmente la operación. 

Organizando el repliegue


Por lo general se determinan dos horas clave: aquella hasta la que hay que negar la posición al enemigo, y aquella hasta la cual no debe haber ningún movimiento de retroceso excepto los de las partidas que reconozcan las nuevas posiciones. Si, por ejemplo, se recibe la orden de negar la posición al enemigo hasta las 23:00, significa que se debe poseer la suficiente potencia de fuego para impedir que, hasta esa hora, el enemigo pueda rebasarla. 

Siempre que sea posible, el repliegue debe hacerse al amparo de la noche. Las patrullas deben mantener un nivel de actividad normal para proporcionar alerta temprana de cualquier aproximación o infiltración del enemigo. Tales patrullas deben regresar a la posición justo antes de que las secciones avanzadas empiecen a replegarse. Por la noche, los primeros que dejan la posición son el pelotón o pelotones de reserva. Éstos se retiran hasta el punto de reunión (PR) de la sección, donde esperarán al oficial de ésta y a los pelotones avanzados. El segundo al mando de la sección (si es que no está conduciendo la partida de reconocimiento de las nuevas posiciones) o el sargento del pelotón en profundidad asumen el mando del PR de la sección hasta la llegada del teniente de la misma. Entonces los pelotones avanzados retroceden hasta el PR mencionado, donde se pasará lista de efectivos. 

La teoría en la que se apoya el hecho de que, de noche, los pelotones avanzados sean los últimos en retroceder es que, al amparo de la oscuridad, esos elementos en vanguardia sigan dando una impresión de normalidad. Si actúan de forma silenciosa y cauta, podrán replegarse sin que el enemigo se entere. Sin embargo, puede que deban salir de allí disparando y maniobrando. En tal caso, habrá que cubrir el repliegue de los fusileros con las MG, actuando por escuadras que se den apoyo mutuo. Cuando se alcance el PR de la sección, la unidad debe haber aprovechado la oscuridad reinante para romper el contacto con el enemigo. 

En el PR de la sección debe pasarse el menor tiempo posible. Tan pronto como se haya pasado lista, el teniente conducirá su unidad a través del punto de control del equipo de combate hasta el PR de este mismo. Tal punto de control sólo sirve para coordinar el movimiento entre los PR de la sección y el equipo de combate. La sección no debe detenerse en ese lugar, sino simplemente ser identificada y dar novedades al mando. 

Cuando su unidad llega al PR del equipo, el teniente de la sección pasará revista a sus efectivos y dará cumplidas novedades al jefe del susodicho equipo. Normalmente, la primera sección que llegue al PR se encarga de su protección. Desde el PR del equipo de combate, la sección seguirá retrocediendo hasta el punto de control y el PR de la agrupación de combate, y después hasta el lugar de embarque de ésta, donde estarán esperando los transportes para llevarla hasta sus nuevas posiciones. 

De la peor manera 


Dos carros de combate T-55 yacen abandonados en la Base Aérea de Bagram tras la retirada del ejército soviético de Afganistán. (ARLO K. ABRAHAMSON / U.S. Navy)

El repliegue de día es mucho más difícil. Es improbable que los pelotones avanzados sean capaces de romper el contacto sin ser detectados. Por esta razón, sólo debe intentarse un repliegue a la luz del día cuando no quede otro remedio. 

En el repliegue diurno es preciso invertir la secuencia que hemos visto hasta ahora, es decir, que habrá que empezar por retirar los pelotones y secciones avanzados, lo que se efectuará con el apoyo de las secciones de reserva. Si la presión del enemigo es fuerte, los elementos avanzados deberán asumir unas posiciones intermedias desde las que proteger el repliegue de las secciones de reserva, y así sucesivamente. Este movimiento "por saltos" proseguirá hasta que se rompa el contacto. Debe evitarse el combate sobre la marcha: lo indicado es golpear al enemigo todo lo fuerte que se pueda para inducirle a aflojar su presión. 

Los carros y la artillería pueden ser muy útiles en un repliegue diurno. Por la noche, sin embargo, toda la operación debe descansar más en la furtividad que en la potencia de fuego. Con o sin los carros, la artillería siempre estará disponible para dar apoyo en el momento preciso. 

La finalidad última de un repliegue es ocupar una posición mejor. Por tanto, una parte vital de la operación es enviar partidas a reconocer esa nueva posición. Tales partidas pueden consistir en el vicejefe del equipo de combate, los segundos al mando de las secciones y un soldado de cada sección para actuar como guía. Cuando una sección llega a esa nueva posición, el suboficial jefe se hará cargo del mando de la misma hasta que el teniente se haya familiarizado con el entorno y organizado las defensas. 


Las claves del éxito de un repliegue son un buen margen de alerta, una planificación adecuada, una información exhaustiva y una ejecución rápida y silenciosa. El fin de todo ello es salvar el pellejo para combatir otro día. 


NORMAS PARA EL REPLIEGUE 

1. Todas las rutas que conduzcan a los puntos de control y de reunión deberán reconocerse previamente a pie. 

2. Es imprescindible mantener la seguridad en las transmisiones en relación al inminente repliegue. 

3. Los puntos de reunión deben estar organizados y preparados para la defensa. 

4. Las tropas deben informar de cuando han abandonado sus posiciones, que ahora se convertirán en zonas de fuego libre para la artillería y la aviación propias. 

5. Debe planificarse y ensayarse el repliegue bajo diversas condiciones: en contacto con el enemigo, de día y de noche. 

6. Hay que prever el suministro de medios de combate durante toda la maniobra de repliegue. 

7. Se evacuará todo el equipo reparable, pero el que no tenga ya utilidad en combate será destruido para evitar su captura. 

8. Trazaremos un completo plan de demoliciones, incluyendo todo aquello que ayude a cerrar las vías de acceso hacia el campo de minas defensivo. 

9. Si es posible, preparemos posiciones intermedias.


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