lunes, 13 de octubre de 2014

Tácticas de Fuerzas Especiales nº3

OPERACIONES AEROTRANSPORTADAS

El aire es frío a 10 000 metros, con la puerta del avión abierta y un viento lo suficientemente fuerte para tumbar a cualquiera. En el interior del aparato, los seis miembros de un equipo de infiltración por el método de salto HALO parecen tranquilos, pero la tensión puede leerse en sus rostros. De repente, la penumbra es rota por una luz roja que se enciende encima de la puerta y el jefe de salto da una palmada en el hombro al comandante de los incursores, levantando el pulgar para indicarle que ha llegado el momento y le desea buena suerte.

La luz parpadea tres veces, se apaga e inmediatamente es reemplazada por una verde. Los seis hombres abandonan el avión tan rápido como pueden.

Durante tres minutos se zambullen en la oscuridad de la noche, mirando hacia abajo y buscando en la negrura las señales luminosas en tierra. Estas aparecen como por arte de encantamiento y los paracaidistas maniobran en el aire hasta quedar apuntando hacia ellas.

La tierra está ya próxima y se les acerca rápidamente, pero todavía no pueden tirar de las anillas de apertura, deben descender más para reducir el riesgo de ser detectados. Finalmente, los paracaídas se abren y los hombres descienden suavemente. Una vez en tierra, unas manos amigas les ayudan a quitarse los atalajes y se intercambian saludos en silencio.

Las operaciones aerotransportadas son las venas y las arterias de las acciones de las Fuerzas Especiales en territorio enemigo. En la mayoría de los casos, no es posible por ningún otro medio introducir y sacar hombres y provisiones de las zonas de operaciones, y por tanto se realiza un gran esfuerzo en hacerlo a salvo, con seguridad y lo más simple posible. El primer paso de cualquier acción aerotransportada es la identificación y selección de zonas de salto (ZS) o de aterrizaje (ZA).

Información Local

Antes de que los equipos de las Fuerzas Especiales lleguen al lugar, deben depender de información local, mapas y reconocimiento aéreo o por satélite. Todos los lugares susceptibles de ser utilizados son marcados para que sean evaluados una vez que se haya infiltrado el equipo; todo lo que se sepa de ellos se archiva para su posible uso futuro. Una de las primeras tareas del equipo de infiltración es inspeccionar todas las zonas posibles. Como la mayoría de los detalles habrán sido previamente compilados, sólo se necesitará transmitir por radio pequeñas correcciones, con el fin de reducir al mínimo las comunicaciones y guardar la seguridad. Cualquier sitio que parezca malo, simplemente se borrará de la lista. Más importante todavía, no será necesario ni siquiera transmitir referencias de mapas en clave; los lugares se identificarán siempre con nombres o números, acordados previamente en la seguridad de la base de operaciones.

Este secreto, de ningún modo inusual en las operaciones de las Fuerzas Especiales, se utiliza para asegurar las ZS y ZA, con lugares que son vulnerables a la infiltración, vigilancia o ataque del enemigo. Si la localización de las zonas cae en manos de éste, no sólo queda comprometida la operación inmediata, sino que puede conducir a que otros aliados sean capturados.

Aprobación

Si bien el comandante de operaciones de las Fuerzas Especiales tiene la responsabilidad de elegir las ZS y ZA, es la unidad aérea que lleva a cabo la misión la que decide si usarlas o no. La tripulación arriesga mucho en estas misiones, y no sólo por la actividad del enemigo. Las operaciones de lanzamiento de personal o suministros normalmente se realizan con un solo aparato, que debe volar a baja altitud sobre terrenos difíciles, con escasa visibilidad y frecuentes cambios de rumbo, cosas que, de hecho, los pilotos intentarían evitar en condiciones normales. Para complicar más aún la situación, debe conseguirse la máxima precisión al primer intento, pues por lo general no habrá oportunidad para probarlo de nuevo.

Selección de las Zonas de Lanzamiento

Las zonas de salto y de aterrizaje deben agradar a la tripulación que cubre el vuelo de la misión y también al grupo de recepción que estará allí para recoger el envío y a los pasajeros. Desde el punto de vista de la tripulación, la zona debe ser fácil de identificar desde lo alto, y el terreno que la rodea debe estar relativamente libre de obstáculos. Un terreno llano u ondulado es lo mejor, pero si la operación de las Fuerzas Especiales que se respalda está localizada en un terreno montañoso, entonces no es posible. En tal caso sería preferible un lugar más despejado, quizá una meseta. Los valles y cañadas pequeños y cerrados, rodeados de elevaciones montañosas, deben evitarse en la medida de lo posible.

Sendas de Aproximación Abiertas

Para dar a la tripulación la mayor flexibilidad posible en la ruta que le llevará a la zona, ésta debería ser accesible desde todas las direcciones. Si la aproximación se debe hacer desde una única dirección, entonces el área debería estar libre de obstáculos en cinco kilómetros a cada lado, con el fin de dar al aparato espacio para realizar un "viraje plano". 

Las colinas de más de 300 metros de altura que la zona misma no deberían estar a más de 16 km si el lugar se va a utilizar para operaciones nocturnas. En circunstancias excepcionales, cuando esta clase de obstáculos no se puede evitar, el aparato puede verse obligado a volar más alto de lo normal, y eso puede traer como consecuencia que el envío aterrice lejos de la ZS por efecto del viento. 

Un viento alto es sólo una de las condiciones atmosféricas que puede afectar a la operación. Una nube baja, concentraciones de neblina y de niebla, humo o lluvia pesada o la nieve, todo puede impedir que la tripulación divise las señales colocadas en tierra por el grupo de recepción. 

Incluso unos árboles particularmente altos pueden ser un peligro en potencia para el aparato que realice un lanzamiento en rasante. Donde la operación tenga que realizarse a 130 metros o menos, los requisitos de seguridad obligan a que no haya un obstáculo más alto de 30 metros en unos 8 km, si es posible. Donde la tripulación no tenga otra solución que salvar esos obstáculos en el área inmediata a la ZS, la localización de éstos debe ser muy bien conocida.

Zona de Lanzamiento

La zona de lanzamiento debería ser del mismo modo accesible desde todas las direcciones, por tanto la forma mejor es redonda o cuadrada, aunque los diversos paquetes que forman el envío pueden llegar a tierra en una línea paralela al rumbo del aparato. La dispersión —la distancia entre los puntos donde caerá cada componente— se controla principalmente por la velocidad del aparato al pasar y por el tiempo que tarda en lanzar todo el envío por el portón.

Dispersión


La fórmula para calcular la dispersión en metros medidos en el suelo cuando se efectúan lanzamientos a poca altura es multiplicar la mitad de la velocidad del aparato en nudos (millas náuticas por hora) por el tiempo que se tarda en arrojar toda la carga. Ésta es la distancia crítica, porque determina la longitud necesaria de la zona. Si es posible, deben añadirse 100 metros a cada extremo para más seguridad. Hay veces en que es imposible encontrar una ZS potencial que, tanto de ancho como de largo, reúna todos los demás requisitos.

Eje de la Zona de Lanzamiento

Si se tiene que usar una ZS oblonga, el eje más largo de la misma debe estar alineado en la dirección absolutamente correcta, de manera que el piloto del aparato tenga el mayor número de posibilidades de efectuar la misión con seguridad y de depositar el envío en las manos adecuadas. Debe contemplarse la posibilidad de que soplen vientos laterales, pues éstos determinarán a qué distancia de la senda del aparato llegarán los fardos a tierra. No es suficiente confiar en que el piloto pueda por sí solo compensar totalmente los efectos de esos vientos cruzados.

La superficie de la zona de lanzamiento debe ser llana y sin obstáculos tales como rocas, vallas, árboles y tendidos eléctricos. Donde el personal tiene que saltar desde gran altura (15 000 metros y más), la zona de recepción debe situarse en áreas con nieve en polvo o en hierba. Los paracaídas descienden a mayor velocidad en el aire sutil de las alturas, y por tanto el paracaidista llegará a tierra con más fuerza.

Zonas de Lanzamiento Peligrosas

Los pantanos y tierras inundadas, incluidos los arrozales, son aptos para lanzar personal y bultos de material durante la estación húmeda, y equipos pesados cuando esas áreas estén secas o heladas. Las ZS cubiertas de agua son muy peligrosas para el personal excesivamente cargado: en el asalto aerotransportado del Día D en Normandía, por ejemplo, el 6 de junio de 1944, la 82 y la 101 Divisiones Aerotransportadas norteamericanas perdieron tantos hombres ahogados en los campos inundados que su eficacia como unidades de combate se redujo considerablemente. Esos hombres saltaron sobre esas áreas con un equipo personal demasiado pesado. Es posible efectuar un lanzamiento sobre el agua siempre que se tomen precauciones. El agua debe tener un metro y medio de profundidad; debe estar limpia de obstáculos por encima y por debajo de la superficie; debe estar a 10 grados centígrados o más caliente; no debe tener corrientes rápidas ni zonas poco profundas, y debe haber un sistema infalible de rescate que asegure que el personal no pase mucho tiempo en el agua. Debe tenerse mucho cuidado cuando se haga un lanzamiento sobre tierras de labranza. Si los campos en cuestión están cultivados. será casi imposible borrar las huellas del lanzamiento. 

MARCAS Y REFERENCIAS

Cuanto mas tenga un avión que seguir un rumbo magnético, sin referencias visuales de su posición, tanto más posible es que se salga del rumbo correcto. Las causas principales son ligeras inexactitudes en la brújula y en otros instrumentos, y factores externos como el viento. En las misiones de reabastecimiento de las Fuerzas Especiales se confía en que se indique con exactitud una ruta lo más directa posible: el piloto no puede perder el tiempo sobrevolando los alrededores en busca de la zona de lanzamiento. El procedimiento usual es elegir una referencia fácilmente identificable, en algún sitio entre los ocho y los 24 km de la zona de lanzamiento. El piloto corrige su rumbo a partir de este punto y vuela en la dirección magnética durante un tiempo determinado de antemano hasta llevar el avión a la zona. Las características sobresalientes del terreno puede que no sean visibles desde el avión especialmente de noche. Ésta es ta clase de referencias que se deben dar:

1- Costa con tramos distintivos, especialmente con rompientes o con playas de arena blanca, desembocaduras de ríos de más de 50 metros de ancho, promontorios altos o grandes ensenadas.

2- Ríos de más de 30 metros de ancho. Orillas con mucha vegetación reducirán su detectabilidad.

3- Canales. Sus cursos rectos y anchuras regulares facilitan su reconocimiento, excepto cuando la zona de los alrededores es uniforme.

4- Lagos de al menos un kilómetro cuadrado en una zona con una forma o característica distintiva.

5- Bosques y selvas de un kilómetro cuadrado o más, con limites claros o con algún rasgo especial identificador.

6- Carreteras importantes y cruces de autopistas.

7- Vías de ferrocarril, especialmente cuando no está nevado.


(Arriba) la 82.ª División Aerotransportada saltando desde un C-17 en Fort Bragg. 



(Abajo) Rangers del US Army practicando un asalto aerotransportado


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