SIGUIENDO EL RASTRO
Las Fuerzas Armadas Sudafricanas utilizan
el reconocimiento y la observación aérea para obtener información acerca del
movimiento de bandas guerrilleras, pero a veces deben recurrir al rastreo. y no se nace siendo un buen rastreador. Esta sección, que está basada en el Manual de Operaciones Antiguerrilla de las FAS sudafricanas, explica cómo
encontrar huellas e indicios, la manera de interpretarlos y cómo
seguirlos.
La operación comienza generalmente con dos
rastreadores marchando a izquierda y derecha de una linea de referencia
establecida, para después describir un amplio círculo alrededor del área.
Cuando encuentran una huella, ante todo impiden que nadie se acerque a la
misma, pues por un descuido podría perderse mucha información valiosa. Los
rastreadores procuran estimar el número de guerrilleros, cuanto tiempo hace que
han pasado por allí y la dirección que llevan. Todos estos detalles son comunicados al alto mando central, de manera que, sumados a informaciones procedentes
de otras fuentes, puedan ayudar a formar una imagen más completa de la situación.
El hombre que descubre la huella pasa a
ocupar la vanguardia del grupo, posición en la que continuará hasta que pierda
la pista. En ese caso, se vuelve al patrón de patrulla descrito antes hasta que
se restablezca el contacto, momento en que un nuevo rastreador guiará al resto
del grupo.
Los rastreadores suelen operar por parejas,
aunque en silencio. La suya es una labor muy vulnerable y que puede ser objeto
de emboscadas. No se les permite hablar ni fumar, y deben hacer el mínimo ruido
posible. Las evidencias que buscan los rastreadores —las más importantes son
las pisadas y la vegetación rota o aplastada— les indicarán la dirección que llevan
los guerrilleros, su número, cuánto hace que han pasado, si van cargados o
ligeros de equipo, su velocidad de marcha, sus edades (o por lo menos su
tamaño), su sexo y, quizá, también algo sobre su moral.
Pisadas
Las huellas de pisadas son la principal
fuente de información. No puede asumirse que los perseguidos anden en la
dirección de sus huellas pues puede que se hayan atado las botas al revés o
que, sencillamente, anden hacia atrás. La dirección de la marcha puede
comprobarse mediante la profundidad de la impronta: la parte más honda indica
hacia dónde se dirige el perseguido. Esa misma profundidad, así como la
longitud de su zancada, permitirá saber si los guerrilleros van muy cargados:
de ser así, la distancia entre huellas es más corta.
La diferencia de profundidades entre la
punta y el tacón puede dar una idea sobre la velocidad de marcha: cuando se
corre, por ejemplo, se deja una pisada muy honda en su parte delantera y muy
superficial o nula en la del tacón.
La determinación de la
"antigüedad" de una pisada depende mucho de las condiciones
meteorológicas e incluso de la hora del día. Las huellas en el barro en cuyo
interior no haya restos de agua son muy recientes. Si ha llovido hace poco rato
y dentro de la huella hay agua, es evidente que ha sido hecha antes de que
lloviese.
Cuando se sigue una senda que es transitada
habitualmente por animales, hay que fijarse en si éstos han pisado encima de
las huellas humanas. Muchos animales se desplazan siempre por una misma ruta, por
lo general entre su guarida diurna y el abrevadero o territorio de caza
nocturno. Si hay huellas de una misma clase de animales en ambas direcciones
sobre las improntas humanas, éstas tienen por lo menos más de una noche.
Vegetación aplastada
Es muy difícil moverse a través del chaparral
africano sin dejar rastro. Hierbas, juncos u otros vegetales rotos o aplastados
pueden revelar no sólo en la dirección en que se mueve el enemigo, sino cuánto
hace que ha pasado. La hierba aplastada o arrancada permanece verde al
principio, pero se torna marrón al cabo de un día. La vegetación más resistente
puede tardar más tiempo en cambiar de color. Además, debe recordarse que el sol
acelera el proceso y la sombra lo retrasa. La lluvia afecta también el tiempo de
secado de las plantas muertas.
Cuidado con las emboscadas
Si sin razón aparente (por ejemplo, un
cambio en la naturaleza del terreno) un rastro bien definido se hace más
difícil de seguir, puede ser que el enemigo esté tomando precauciones o se disponga
a detenerse, quizá para acampar o para tender una emboscada a los
perseguidores.
Cuando ello sucede, lo aconsejable es dar
un amplio rodeo por el área, permanecer a barlovento y buscar más pistas, las
habituales y también el olor humano, el del humo de hogueras y cigarrillos, y el
de comida. Hay que estar atento al ruido del amartillado de armas y de otras
evidencias de presencia humana.
Dificultades
Muchos factores inciden en la eficacia de
una operación de rastreo. El tipo del terreno, el carácter de la región, la
meteorología y la dirección del sol (una sombra bien definida puede ayudar al
rastreador), el tipo de calzado que lleve el enemigo, la cantidad de tráfico
que pueda haber por la zona y la mayor o menor cautela de los perseguidores,
pueden facilitar o dificultar la labor.
Un enemigo avisado puede servirse del
propio terreno para complicar la misión de quien le sigue los pasos. Puede frecuentar
zonas pedregosas y cursos de agua, imponerse hábitos irregulares, desandar
parte del camino, cambiar de calzado, e incluso saltar entre los árboles. El
rastreador debe ser paciente. Si se pierde una pista debe darse un rodeo por la
zona hasta recuperar el rastro. Y si ello no funciona, debe ampliarse el
circulo. Hay que fijarse en detalles como telas de araña rotas y otras
evidencias de la presencia de animales superiores.
La comida
También el enemigo necesita comer. Si no
está preparado para una operación duradera sin duda procurará vivir del terreno,
quizá robando o comprando alimentos a los nativos del lugar. Incluso cuando
éstos digan que les han robado la comida, es posible que intenten proteger a
los guerrilleros. Y si afirman que el enemigo ha partido en tal o cual
dirección, lo conveniente es cerciorarse por uno mismo. Actúa siempre con
precaución y una dosis conveniente de desconfianza. Deben buscarse evidencias
como árboles frutales y plantas comestibles despojados, colmenas abiertas y
trampas para animales. La fruta verde no cae de los árboles por
casualidad.
Los insectos ayudan
Otras pistas a tener en cuenta son los
restos de hogueras y la orina y los excrementos, que pueden localizarse gracias
a que suelen atraer concentraciones de moscas, de mariposas amarillas o
escarabajos peloteros. Puede, incluso, que el enemigo sea lo bastante incauto
para dejar tras de si envoltorios de alimentos.
Otro indicio es la tierra removida, que
deberá escarbarse por si los guerrilleros han enterrado algo en ella. Es
importante conservar los hallazgos intactos para su examen y procurar no
tocarlos con las manos desnudas, pues puede que el enemigo haya dejado su impronta
en ellos. No destruyas posibles pistas.
Conservar la ventaja
Debe tenerse presente que, por más cauto
que sea, el enemigo siempre dejará signos de su paso: piedras desplazadas,
astilladas o vueltas del revés, arena removida o tierra suelta y seca,
cualquier indicio puede ser una información valiosa. Borrar las huellas es
laborioso, y el enemigo lo sabe. Cuanto más se le presione, más se le inducirá
a cometer errores, pero en la excitación de una persecución "en caliente"
también el rastreador puede caer en ellos. Todo requiere su tiempo. Las pistas
deben examinarse cuidadosamente. Si se dispone de perros el trabajo es mucho,
más fácil, pero de ello hablaremos en otro capítulo de las tácticas antiguerrilla.
LAS CINCO CLAVES DE LA PERSECUCIÓN
1- No moverse demasiado aprisa para no descuidar ninguna huella.
2- Aprender a utilizar el olfato tanto como la vista y el oído.
3- No limitarse a observar las huellas: es preciso interpretarlas.
4- Conocer al enemigo: es preciso estudiar sus procedimientos.
5- Persistencia: si se pierde el rastro, hay que encontrarlo de nuevo.
SIGNOS DEL MOVIMIENTO ENEMIGO
1- La hierba doblada muestra la dirección hacia la que se mueven. Si lo hacen después del amanecer, diseminarán el rocío.
2- El barro o la arcilla atrapada en una suela puede quedarse en las piedras.
3- Vigila los árboles y enredaderas para encontrar las marcas de roces.
4- Una tela de araña rota indica movimiento reciente a través de la zona.
5- Busca las hojas caídas esparcidas o vueltas que ahora exponen su envés
6- Similarmente, las piedras removidas tienen la cara más oscura al aire.
PATRONES DE BÚSQUEDA Y FORMACIONES
Un equipo de persecución se desplaza con el rastreador a la cabeza, un hombre en cada flanco y el líder detrás. Si se encuentran en vanguardia de tropas propias, el jefe de equipo estará al mando de todos los miembros hasta entrar en contacto. Los flanqueadores proporcionan seguridad al rastreador y deben estar dispuestos para la acción: deben descubrir al enemigo primero.
Método del Cruce
Si pierdes la pista, muévete lateralmente desde la última pisada a la izquierda o la derecha, unos cien metros. Camina en paralelo a la linea de marcha original unos 50-75 metros y luego cruza hacia el lado opuesto. si no encuentras el rastro, vuelve a la última pisada y sigue el patrón de la búsqueda marcado en azul.
Método de los 360º
Si falla el método anterior, habrás de caminar en círculos crecientes hasta volver a encontrar el rastro. No desesperes: algunos rastreadores han dado círculos de 5 km antes do dar con él. si no encuentras el rastro, vuelve a la última pisada y sigue el patrón de búsqueda marcado en azul.
Formación en Y
La formación normal de rastreo es la de Y. con los flanqueadores como brazos abiertos de la Y y el rastreador en la unión, con el jefe del equipo directamente detrás, a unos cinco metros de distancia Los flanqueadores permanecen siempre delante y a los lados, de acuerdo con el terrero y la vegetación.
Muy didáctica la explicación de como se hace un rastreo.
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